Dicen que perdimos. ¿Nos derrotaron?
Si la controversia era por unos cuantos millones de pesos (o dólares) para hacer caja, les aseguro que aumentó el superávit, y lo mismo sucedía en pleno conflicto.
Es cierto que hay una oportunidad histórica que nos brinda el mundo. Ha sido entendida por algunos como la ocasión de acopiar ganancias extraordinarias, que produciría el “derrame”. Recordemos que la teoría neoliberal implementada en los años 90 nunca logró derramar sino migajas.
Acá sí perdimos: hemos desaprovechado la oportunidad histórica de remontar otro modelo de País, el que se propone la redistribución de las riquezas. A partir del rechazo de la 125 las inconmensurables ganancias, comparables a las de los emiratos árabes con el petróleo, se concentran en pocas manos: la de los grandes productores y grupos económicos.
En realidad lo que estaba en juego no era la 125, sino la autoridad de un gobierno recién electo para intervenir en el reparto de una renta extraordinaria. La iniciativa gubernamental fue interpretada como un toque de alerta, como un desafío a un sector al que no es posible desafiar. Las pruebas dan fe de lo que digo.
Se constituyó una coalición social muy amplia y con un gran componente de clases medias rurales y urbanas en pueblos y ciudades del interior. Pero el núcleo central y estratégico del conflicto es ese 20 por ciento de los productores que exporta el 80 por ciento de la soja y que no se engaña en absoluto respecto de cuál es el rumbo económico por el que está luchando. Si lo que estaba en juego, hubiera sido como decían, la rentabilidad de los pequeños y medianos productores, les hubiera satisfecho la 125 con sus 17 mejoras en pro de ese sector rural.
Por eso, si hay alguien que pierde, y mucho, en esta contienda, son los productores más chicos. Y perdieron feo por la alianza de fantasía que mantuvieron con sus “hermanos” terratenientes. Perdieron todas las conquistas logradas… De esto ya se dio cuenta Buzzi, y pide resarcimientos. Pero, tal como dijo la SRA, el conflicto con el campo ya está superado. Y ahora ya no será posible brindar prosperidades, ni por Resolución, por lo cuestionable que fue la 125… y menos como Ley, que el Congreso ya no puede tratar este año.
Así que, si alguna derrota existe, es la del sector de los pequeños y medianos productores, que salieron desfavorecidos después de la instancia legislativa, y sin avances después de tanto corte de ruta y desabastecimiento. Pero ellos respaldaron ese desenlace.
En síntesis: acá hay un solo ganador: los grandes productores. Otra vez ganó el poder del dinero.
En este momento histórico, se ha desperdiciado la opción por la equidad. Justo en este momento, que tenemos un modelo de País con dólar alto y que la soja cuadruplicó su valor, respecto de los años de la peor crisis. Dicen que es el gobierno el que pierde, pero no es así; ha perdido concreción una idea, perteneciente a un modelo distinto de País. El Estado quiere repartir más equitativamente “la torta” pero el poder de las corporaciones no permite concretar las medidas en este sentido, por más que fueron explicitadas en la plataforma electoral.
Veamos de ahora en más qué pasos transitan dichas corporaciones, aliadas a lo más “granado” de la dirigencia política: Los Barrionuevo, los Carrió, Los Menem, los Duhalde, Los Rodríguez Saa, Los Morales, Los De la Sota… todos con currículum de realizaciones harto conocidas por todos, en desmedro de nuestro País.
Si la controversia era por unos cuantos millones de pesos (o dólares) para hacer caja, les aseguro que aumentó el superávit, y lo mismo sucedía en pleno conflicto.
Es cierto que hay una oportunidad histórica que nos brinda el mundo. Ha sido entendida por algunos como la ocasión de acopiar ganancias extraordinarias, que produciría el “derrame”. Recordemos que la teoría neoliberal implementada en los años 90 nunca logró derramar sino migajas.
Acá sí perdimos: hemos desaprovechado la oportunidad histórica de remontar otro modelo de País, el que se propone la redistribución de las riquezas. A partir del rechazo de la 125 las inconmensurables ganancias, comparables a las de los emiratos árabes con el petróleo, se concentran en pocas manos: la de los grandes productores y grupos económicos.
En realidad lo que estaba en juego no era la 125, sino la autoridad de un gobierno recién electo para intervenir en el reparto de una renta extraordinaria. La iniciativa gubernamental fue interpretada como un toque de alerta, como un desafío a un sector al que no es posible desafiar. Las pruebas dan fe de lo que digo.
Se constituyó una coalición social muy amplia y con un gran componente de clases medias rurales y urbanas en pueblos y ciudades del interior. Pero el núcleo central y estratégico del conflicto es ese 20 por ciento de los productores que exporta el 80 por ciento de la soja y que no se engaña en absoluto respecto de cuál es el rumbo económico por el que está luchando. Si lo que estaba en juego, hubiera sido como decían, la rentabilidad de los pequeños y medianos productores, les hubiera satisfecho la 125 con sus 17 mejoras en pro de ese sector rural.
Por eso, si hay alguien que pierde, y mucho, en esta contienda, son los productores más chicos. Y perdieron feo por la alianza de fantasía que mantuvieron con sus “hermanos” terratenientes. Perdieron todas las conquistas logradas… De esto ya se dio cuenta Buzzi, y pide resarcimientos. Pero, tal como dijo la SRA, el conflicto con el campo ya está superado. Y ahora ya no será posible brindar prosperidades, ni por Resolución, por lo cuestionable que fue la 125… y menos como Ley, que el Congreso ya no puede tratar este año.
Así que, si alguna derrota existe, es la del sector de los pequeños y medianos productores, que salieron desfavorecidos después de la instancia legislativa, y sin avances después de tanto corte de ruta y desabastecimiento. Pero ellos respaldaron ese desenlace.
En síntesis: acá hay un solo ganador: los grandes productores. Otra vez ganó el poder del dinero.
En este momento histórico, se ha desperdiciado la opción por la equidad. Justo en este momento, que tenemos un modelo de País con dólar alto y que la soja cuadruplicó su valor, respecto de los años de la peor crisis. Dicen que es el gobierno el que pierde, pero no es así; ha perdido concreción una idea, perteneciente a un modelo distinto de País. El Estado quiere repartir más equitativamente “la torta” pero el poder de las corporaciones no permite concretar las medidas en este sentido, por más que fueron explicitadas en la plataforma electoral.
Veamos de ahora en más qué pasos transitan dichas corporaciones, aliadas a lo más “granado” de la dirigencia política: Los Barrionuevo, los Carrió, Los Menem, los Duhalde, Los Rodríguez Saa, Los Morales, Los De la Sota… todos con currículum de realizaciones harto conocidas por todos, en desmedro de nuestro País.