Mahatma Gandhi
San Martín, valorado hoy como el Libertador, soportó en vida numerosas acusaciones, una de ellas, la desobediencia.
Tanto antes como ahora, muchos argentinos miran con devoción a los países extranjeros más avanzados que nosotros. Y en ese proceder desprecian las mejores condiciones de los ciudadanos locales. Es que los nuestros están demasiado cerca para ser apreciables.
El Congreso que en fecha 9 de julio de 1916 declarara la independencia, tan sólo 2 años más tarde votaba secretamente en Buenos Aires, y por unanimidad, las cláusulas del acuerdo con Francia, a raíz del cual nuestro país pasaría a depender del Ducado de Parma.
El pueblo de la Provincias Unidas, indignado, produjo el avance de los caudillos litoraleños sobre Buenos Aires. Es que las provincias estaban fastidiadas por las conspiraciones de la burguesía comercial del puerto.
Estas hordas, de los “oscuros” del interior, amenazaba al Director Supremo Rondeau, quien pidió refuerzos al Ejército de los Andes.
San Martín se negó. Para él los caudillos no eran los indeseables, porque entendía la defensa de su tierra que realizaban. Otro motivo fue que priorizó la campaña de los Andes.
Entonces comprende San Martín que “ningún apoyo puede recibir de su Patria, donde, por el contrario, lo tildaban de “aventurero”, “ladrón”, “loco” y otras lindezas por el estilo. Lo acusaban de ocuparse del destino de países extraños, en lugar de los avatares del propio. Como si la caída de Chile y luego del Perú no fueran condiciones indispensables para nuestra Independencia”. Mientras Buenos Aires lo convocaba, por motivos innobles, O’Higgins lo entusiasmaba con el sueño de la América emancipada.
Varios tuvieron la desfachatez de cuestionarlo. Uno fue el historiador Vicente Fidel López (1815-1903) que proyectaba tarde un deseo para el Libertador: “aplazar un año la frenética ambición de expedicionar sobre el Perú que lo devoraba” para “ahogar en el Uruguay entre la frontera argentina y las tropas portuguesas, todos los caudillos montoneros sin dejar uno solo capaz de caminar en dos pies”. Otro fue Bartolomé Mitre, quien le endilgó “desobediencia declarada”, “levantado sobre el escudo de sus soldados, como un imperator romano”.
“El libertador pagaría muy caro ésta y otras desobediencias, encubiertos desplantes a la sociedad secreta a la que había jurado acatamiento eterno. Fue uno de los motivos del desamparo que sufriera como Protector del Perú, y el que lo habría llevado a abdicar ante Bolívar en Guayaquil, y meses más tarde a tomar el camino del exilio del que nunca regresó”.
Aprovechemos para aprender, estos hechos históricos, porque cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
Tanto antes como ahora, muchos argentinos miran con devoción a los países extranjeros más avanzados que nosotros. Y en ese proceder desprecian las mejores condiciones de los ciudadanos locales. Es que los nuestros están demasiado cerca para ser apreciables.
El Congreso que en fecha 9 de julio de 1916 declarara la independencia, tan sólo 2 años más tarde votaba secretamente en Buenos Aires, y por unanimidad, las cláusulas del acuerdo con Francia, a raíz del cual nuestro país pasaría a depender del Ducado de Parma.
El pueblo de la Provincias Unidas, indignado, produjo el avance de los caudillos litoraleños sobre Buenos Aires. Es que las provincias estaban fastidiadas por las conspiraciones de la burguesía comercial del puerto.
Estas hordas, de los “oscuros” del interior, amenazaba al Director Supremo Rondeau, quien pidió refuerzos al Ejército de los Andes.
San Martín se negó. Para él los caudillos no eran los indeseables, porque entendía la defensa de su tierra que realizaban. Otro motivo fue que priorizó la campaña de los Andes.
Entonces comprende San Martín que “ningún apoyo puede recibir de su Patria, donde, por el contrario, lo tildaban de “aventurero”, “ladrón”, “loco” y otras lindezas por el estilo. Lo acusaban de ocuparse del destino de países extraños, en lugar de los avatares del propio. Como si la caída de Chile y luego del Perú no fueran condiciones indispensables para nuestra Independencia”. Mientras Buenos Aires lo convocaba, por motivos innobles, O’Higgins lo entusiasmaba con el sueño de la América emancipada.
Varios tuvieron la desfachatez de cuestionarlo. Uno fue el historiador Vicente Fidel López (1815-1903) que proyectaba tarde un deseo para el Libertador: “aplazar un año la frenética ambición de expedicionar sobre el Perú que lo devoraba” para “ahogar en el Uruguay entre la frontera argentina y las tropas portuguesas, todos los caudillos montoneros sin dejar uno solo capaz de caminar en dos pies”. Otro fue Bartolomé Mitre, quien le endilgó “desobediencia declarada”, “levantado sobre el escudo de sus soldados, como un imperator romano”.
“El libertador pagaría muy caro ésta y otras desobediencias, encubiertos desplantes a la sociedad secreta a la que había jurado acatamiento eterno. Fue uno de los motivos del desamparo que sufriera como Protector del Perú, y el que lo habría llevado a abdicar ante Bolívar en Guayaquil, y meses más tarde a tomar el camino del exilio del que nunca regresó”.
Aprovechemos para aprender, estos hechos históricos, porque cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
Fuente: O’Donnel, Pacho – “Caudillos federales” – Grupo editorial Norma – 2008.
10 comentarios:
Ese San Martín estatuario e inexacto que nos vendió la historia oficial, no tiene nada que ver con el Indio, al que Buenos Aires cuestionaba y por el que sus granaderos se hacían matar.
Si, Grace. Es muy cierto lo que decís. Sus granaderos, los caudillos, los provincianos, la gente buena, lo valoró porque sabían que siempre estuvo inspirado en acabar con la resistencia española, para liberar la América del Sur. Pero la cortedad de miras de algunos personajes de ese entonces, decían que se jugaba por países extraños.
Qué notable! Es lo que nos ha pasado en nuestro País con cada gobierno que cuida los intereses mayores: a Yrigoyen se acusó de ser caudillo de “los negritos”, mucho antes de los estereotipos del peronismo como “cosa de negros”. ¿Y ahora? ¿No pasa lo mismo? ¿No ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio?
Gracias por comentar.
Un beso
.una reflexion.que no hay que olvidar.y si el tema esta trillado
hay que tenerlo presente.José Francisco de San Martín (Yapeyú, Argentina, 25 de febrero de 1778 - Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) fue un militar argentino cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y el Perú.
A los siete años viajó a España y con el tiempo se unió a los ejércitos españoles que combatían la dominación napoleónica de la Península, destacándose en las batallas de Bailén y Albuera. En 1812, tras una escala en Londres, partió a Buenos Aires, en donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), que resistió un ataque realista durante el Combate de San Lorenzo. Luego reforzó el Ejército del Norte.
Desde la ciudad de Mendoza inició su plan para la liberación definitiva de Sudamérica: tras crear al Ejército de los Andes cruzó con el mismo la cordillera de los Andes y liberó Chile, en las batallas de Maipú y Chacabuco. Tomando bajo su control los barcos chilenos, atacó el centro del poder español en sudamérica, la ciudad de Lima, que declaró su independencia en 1821. Se encontró en Guayaquil con Simón Bolívar, y tras dicha entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió a Europa, y murió el 17 de agosto de 1850.
Junto con Bolívar es considerado el libertador más importante de Sudamérica de la colonización española. En la Argentina se le reconoce como el Padre de la Patria y se le considera un héroe y prócer nacional. En el Perú, se le reconoce como libertador de aquel país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú», «Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas». En Chile su ejército le reconoce el grado de Capitán General.saludos.camarada mona
un grande don José, un capo, una luz para seguir e imitar, bueno, para tener como ejemplo.
abrazo.
Hice la colimba en granaderos
-cuando era obligatoria-
y allí aprendí a quererlo más.
Muchos saludos Mona
Adal
Hola Alertapalonegro... me sorprende que un venezolano conozca la historia del Padre de la Patria Argentina. Y como dice Ud, la actuación de este militar es grandiosa. Reconocido en toda la América del Sur como héroe, no pudo morir en su Patria, donde fue difamado.
Claro, tenemos que aprender de la historia, para no repetir los errores del pasado.
Me gustó lo que dice es su perfil: que es el amigo de los amigos!
Saludos compañero!!!
Muy bueno, Mona. Parece que estábamos en sintonía: fuimos para el mismo lado.
...cualquier parecido con la realidad...
Además es la lucha con el poder. Para construir el Ejército Libertador le sacó recursos a quejosos hacendados...
Saludos Mona.
Gracias Mona!
Por eso siempre apunto a San Martín a la hora de escuchar a los Rozitchner tildar de loco o de asesino al Che. Uno puede disentir (y no pretendo compararlos) con aquellos hombres y aquellas mujeres que luchan por una causa, pero no se puede disentir con el espíritu de la lucha. San Martín, hoy enarbolado por los conservadores y neoliberales de la derecha argentina no es ni mas ni menos que un personaje digno de ser llamado un revolucionario de su época. Y con lo que contás de Mitre, mas convencido estoy.
¡Saludos Mona!
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